Rompiendo el paradigma de la virginidad, el matrimonio y la maternidad como valor de la mujer

María Fernanda Ortiz

marzo 8, 2023

Muchas de nosotras crecimos creyendo, conscientes o no, de que el valor de la mujer está relacionado con tres conceptos –la virginidad, el matrimonio y la maternidad–, una manifestación clara de la sociedad patriarcal en nuestra vida diaria.

Analicemos para empezar la diferencia entre los vocativos de cortesía referentes a la mujer, es decir, señora o señorita, los cuales hacen una referencia clara a si una mujer es virgen o no o está casada o no. Ahora pensemos en cómo podríamos referirnos a un hombre, se me ocurre joven o señor, sin duda, estos vocativos solo aluden a la edad y no a su experiencia sexual o a su estado civil.

Continuemos con algunas frases que he escuchado, seguramente tú podrás pensar en muchas otras, para analizar claramente cómo estos conceptos han definido durante generaciones si una mujer vale o no:

  • Una mujer debe guardarse para su marido.
  • Si ves una manzana mordida o una nueva (refiriéndose a una mujer virgen o no), ¿cuál escoges?
  • El hombre cuando va a casarse quiere una mujer pura.
  • ¿Ya tienes novio?, no te vayas a quedar para vestir santos.
  • Eres demasiado exigente, te recomendaría bajar tus expectativas.
  • Ya se empiezan a casar tus amigas, ¿y tú para cuándo?
  • Vas a terminar siendo una viejita cuidagatos.
  • Sin hijos, nunca serás una mujer completa.
  • Ahorita dices que no, pero tu reloj biológico te va a pedir tener hijos.
  • Una llave que abre muchos candados es una llave maestra, un candado que es abierto por muchas llaves es un mal candado.

El concepto de virginidad

La virginidad no es un término médico o científico, sino una noción religiosa y sociocultural que ejerce discriminación de género, ya que está basada en la creencia de que la sexualidad femenina debe guardarse y reducirse al matrimonio. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud existen al menos 20 países en el mundo en los que las mujeres y niñas se enfrenten a pruebas de virginidad a petición de sus padres o pretendientes que violan sus derechos humanos y tienen consecuencias físicas, psicológicas y sociales a corto y largo plazo, entre ellas, ansiedad y depresión.

Aun en culturas en las que no se llega a estos extremos, el concepto de la virginidad ocasiona discriminación a la mujer, distorsiones poco sanas en las relaciones que conducen frecuentemente a violencia de género e instrumentalización de la sexualidad femenina con cirugías de reconstrucción estéticas del himen o prostitución de niñas para vender su virginidad, por mencionar algunas.

El mito romántico del matrimonio

La cultura popular, apoyada por la televisión, el cine y la literatura han contribuido a que las mujeres crezcamos con un falso concepto del amor, un amor romantizado con ideales imposibles de alcanzar, en el que el matrimonio es la culminación de una historia de amor, más que el comienzo de una vida en pareja.

Más aún, esta concepción interiorizada por muchas de nosotras, aunada a la tradición patriarcal en la que las mujeres no podían desarrollarse fuera del ámbito familiar y a que los hombres consideren a sus esposas una “propiedad” (recordemos frases comunes como “mi mujer”), contribuye a perpetuar patrones de conducta desiguales en la vida en pareja.

La maternidad como proyecto único de vida

De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la tasa de natalidad ha bajado de siete hijos en 1960 a 2 en la actualidad, especialmente en mujeres que viven en ciudades. Esto quiere decir que ahora las mujeres (y sus parejas) ejercen su derecho a decidir cuántos hijos tener o a no tener hijos, rompiendo el mandato que existió durante siglos de la maternidad como proyecto único posible de vida para una mujer.

Cierro mi reflexión haciendo un llamado a educar a las niñas y jóvenes mujeres en su valor como personas únicas, capaces de tomar decisiones sobre cómo vivir su sexualidad con libertad y responsabilidad; de basar el matrimonio, si es que deciden casarse, en un proyecto de vida en pareja sin sentirse que si no se casan no están alcanzando una meta de vida, lo que las lleva, en ocasiones a casarse con quien no debían por no arriesgarse a vivir solas; de decidir conscientemente si quieren tener hijos o no pues no es el único camino para la realización personal y la felicidad.

Convoco también a todos a que eduquemos a los niños y jóvenes a romper los paradigmas y valorar a las mujeres por su individualidad y no por cánones culturales que han dejado de ser válidos.


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