Qatar Mundial

El dilema moral de disfrutar el Mundial de Qatar

María Fernanda Ortiz

noviembre 23, 2022

Nunca he sido muy aficionada al futbol, pero sí disfruto de ver cada cuatro años el Mundial. Sin embargo, en esta ocasión está representando un dilema moral para mí, mi familia y seguramente para muchas personas más.

Si bien es cierto que cuestionamos el hecho de que un evento deportivo global se realice en un país como Qatar donde sistemáticamente se violan los derechos humanos, también lo es que ya ha sucedido en muchos otros casos, como en China o Rusia. 

¿Qué es lo que hace diferente a Qatar? Aquí algunos temas que debes conocer:

  • Nula protección a migrantes: Los estadios de Qatar fueron construidos por 1.7 millones de trabajadores migrantes, quienes de acuerdo a Amnistía Internacional tuvieron que enfrentar terribles condiciones de vida, mentiras sobre el salario y retrasos en los pagos, no se les permitía abandonar el estadio, ni el campamento y, más aún, salir del país o  cambiar de trabajo, es decir, trabajaron prácticamente en condiciones de esclavitud.
  • Discriminación a la mujer: Las mujeres en Qatar se rigen por un sistema discriminatorio de tutela masculina que les niega el derecho a tomar decisiones clave sobre sus vidas, ya sea casarse, estudiar en el extranjero con becas del Gobierno, acceder a empleos gubernamentales, viajar al extranjero hasta cierta edad y recibir atención a la salud reproductiva.  También es difícil para las mujeres divorciarse y obtener la tutela de sus hijos tras el divorcio.
  • Homofobia institucionalizada. De acuerdo con Human Right Watch, la comunidad LGBTIQ+ enfrenta discriminación, violencia y prácticas de conversión patrocinadas por el Estado, lo cual menoscaba los derechos humanos básicos y excluye a este grupo de la esfera pública. Más aún, Qatar es uno de los 70 países en el mundo donde están criminalizadas las relaciones entre personas del mismo género, se aplican penas de hasta siete años de prisión y hay reportes de miembros de la comunidad que han sido arrestados tan solo por su actividad online.

A nivel mundial ha habido numerosas acciones de denuncia, desde el intento de diversas selecciones de usar brazaletes con la bandera LGBTIQ+ –lo cual fue prohibido por la FIFA con amenazas de sanciones a los jugadores–, boicots en ciudades –que han decidido no poner las tradicionales pantallas gigantes–, marcas, bares y restaurantes que han optado por no transmitir los partidos, hasta el cuestionamiento a artistas y otras personalidades que han apoyado la Copa de Futbol, como le sucedió a Maluma y David Beckham.

La mayor parte de estos cuestionamientos han sucedido en Europa, aunque el tema se ha tratado en medios de comunicación de todo el mundo, incluido México. Así que no deja de sorprenderme que, de acuerdo con datos de la FIFA, los mexicanos seamos el cuarto país con más aficionados en la Copa del Mundo –solo después de Qatar, Estados Unidos e Inglaterra– con alrededor de 80 mil de nuestros conciudadanos visitando el país árabe.

Sin duda, yo no hubiera viajado a Qatar, tanto por convicción, como para evitar el riesgo de sufrir como mujer algún tipo de discriminación o que yo o alguno de mis acompañantes se enfrentara a una pena desmedida por situaciones que en el resto del mundo no son un delito. Como olvidar a Paola Schietekat Sedas, quien fue acusada por una corte local de mantener una “relación extramarital” con un hombre que la atacó mientras dormía y fue sentenciada a una condena a siete años de cárcel y 100 latigazos, de la cual afortunadamente pudo huir.

¿Es suficiente con esto? ¿Es moralmente correcto ver los partidos? ¿Marca una diferencia que yo personalmente no los vea? 

Creo que, al final, la competencia deportiva en la que participan 32 selecciones de todo el mundo trasciende la sede que en este controversial caso eligió la FIFA. El punto medular para mí es que ésta es una ocasión inmejorable para denunciar la violación de los derechos humanos, y luchar por la igualdad de género y el respeto a los derechos de la comunidad LGBTIQ+.

De nada sirve boicotear la competencia, si no llevamos la discusión a otros foros. Medio Oriente se está abriendo al turismo y este Mundial deberá ser un catalizador para que haya más seguridad para los turistas que los visitan y mejores condiciones de vida para quienes los habitan.

El deporte debería servir también para terminar de una vez por todas con formas de discriminación por género, raza o preferencia sexual. Esperemos que este Mundial establezca un precedente para la FIFA, el Comité Olímpico Internacional y los comités olímpicos nacionales.

¡Llevemos el debate a nuestros centros de trabajo, estudio y familias, porque las violaciones a los derechos humanos, el racismo y la discriminación por género suceden todos los días cerca de nosotros!


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