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Tacones ¿símbolo de empoderamiento u opresión?

María Fernanda Ortiz

enero 4, 2022

Para muchas mujeres usar tacones altos es un símbolo de feminidad y sex appeal, para otras es una imposición cultural opresiva que las obliga a vestirse de formas poco cómodas para resultar atractivas.

 

Antes de tomar una postura al respecto hablemos de sus orígenes. Los hombres fueron los primeros en usar tacones altos, en el siglo X en Medio Oriente se diseñaron como un calzado para los jinetes buscando hacer palanca en los estribos; más adelante, el tacón fue adquiriendo una significación de poder y riqueza, especialmente en el reinado de Luis XIV en el que éste proclamó que solo la clase noble podía usarlos. 

 

Aunque ahora nos resulte difícil creerlo, las mujeres empezaron a usar tacones como una forma de masculinizar su vestuario, a partir de entonces y hasta finales del siglo XVII la clase alta europea adoptó una moda de zapatos unisex, época en la que los tacones de las mujeres se fueron haciendo más delgados, mientras que los hombres paulatinamente fueron dejando de usar joyas y telas ostentosas para usar colores más oscuros y sobrios. Fue hasta la mitad del siglo XIX que los tacones femeninos recibieron su connotación sensual gracias a su inclusión en fotografías eróticas.

 

Como vemos el uso de tacones altos es en realidad un tema sociocultural, pero ¿existe un tema fisiológico? De acuerdo con la antropóloga Helen Fisher, los tacones provocan un cambio postural en el cuerpo de la mujer ya que producen una lordosis, es decir una curva en la columna más pronunciada en la región cervical, dejando ver una figura más estilizada que puede resultar atractiva. Por otra parte, usar zapatos de tacón alto frecuentemente ocasiona un acortamiento de los tendones y una contracción de los músculos de las piernas, dolores de espalda y metatarso, posibles juanetes y dedos de martillo, además de que incrementa el riesgo de caídas.

 

Si consideramos el aspecto psicológico, también podemos encontrar puntos a favor o en contra. Para muchas mujeres tienen un efecto empoderador que se traduce en mayor autoestima, para otras contribuye a la sexualización de la mujer, especialmente en el ambiente laboral, en el que considerando la desigualdad que sigue imperando hasta ahora –a pesar de los avances logrados– sigue apuntando hacia la percepción de que los éxitos laborales de las mujeres son debido a sus atributos físicos más que por su intelecto.

 

La controversia generada por esta prenda de vestir ha llegado a convertirse también en un tema político. En 2017, en la provincia canadiense de Columbia Británica, se prohibió a las mujeres usar tacones altos para ir a trabajar por considerarlos un código de vestimenta sexista que contribuye a la discriminación e incrementa el riesgo de caídas comprometiendo la seguridad en el ámbito laboral.

 

Por otro lado, en Japón, país en el que muchas compañías tienen estrictos códigos de vestimenta que obligan a los hombres a usar traje y zapatos obscuros y a las mujeres falda y zapatos de tacón, el movimiento feminista #KuToo (#MeToo) ha luchado por que las empresas permitan usar a sus empleadas el tipo de ropa y zapatos que quieran argumentando que el uso diario de tacones ocasiona lesiones en los pies.

 

En el ámbito publicitario, a principios del siglo XX, feministas utilizaron la imagen de una joven sola, subiendo a un tranvía con zapatos de tacón como símbolo de la mujer independiente. Más adelante, cuanto más alto el tacón más libre era una mujer en sociedad. Hoy son un elemento más que pueden objetivizar a la mujer o una prenda que rompe los estereotipos de género.

 

Los tacones son, en resumen, una paradoja. ¿Cómo definir entonces una postura? Para mí su uso debe ser una decisión individual que promueva la libertad, el empoderamiento y la autoestima de las mujeres, siempre cuidando nuestra salud ya sea psicológica o fisiológica, sin sentirnos obligadas a usarlos por constructos sociales obsoletos. Y tú ¿qué opinas?


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