Mucho tiempo antes de que me diagnosticaran con el síndrome de Hashimoto, la versión autoinmune del hipotiroidismo, ya tenía señales de que algo no estaba bien, pero no sabía que el cansancio extremo que me invadía, los cambios de humor y la neblina mental estaban mandándome un mensaje muy claro: CHECA TU TIROIDES.
Desafortunadamente, mis análisis de sangre nunca salían lo suficientemente mal para que mi médico de cabecera considerara que había un problema de tiroides, así que tuvieron que pasar muchos años, un par de años en diferentes dietas que parecían estar enfocadas en ganar peso en vez de perderlo, unos 7 kilos, y mucha frustración, para que finalmente fuera al Endocrinólogo.
Lo cierto es que recibir un diagnóstico de que todo está bien, cuando uno no se siente bien, es muy frustrante y a pesar de que la tiroides es silenciosa, se manifiesta a través de múltiples síntomas, ya sea subir o bajar de peso, palpitaciones, depresión, ansiedad, dolor en articulaciones, frío constante, falta de líbido, caída de pelo y una gran variedad de achaques que forman un complicado combo, que la mayor parte de los médicos achacan a la salud emocional por no decir a la imaginación.
En mi caso, el estreñimiento exacerbado fue la señal inequívoca y, hasta entonces, parecería que recibí el permiso de “estar mal”. ¡Uff, qué alivio que sea una enfermedad y no mi cabeza!
Si bien yo tenía múltiples razones para sentirme agotada, sabía que a nivel físico algo no estaba bien y no fui lo suficientemente asertiva conmigo misma. Para que a ti no te pase, a continuación te enlisto los principales síntomas de una tiroides hiper o hipo activa que te permitirán observarte y darle valor a tus sensaciones. La información fue tomada del libro “La clave está en la tiroides”, de la Dra. Amy Myers:
Síntomas
Puedes sentir frío y es posible que no sudes.
Puedes estar estreñida.
Subes de peso o no puedes perder peso.
Sufres niebla mental, ya sea lapsos de memoria o dificultad para concentrarte.
Puedes sentirte desmotivada y apática.
Luchas contra la fatiga.
Duermes mucho más de lo usual.
Puedes sentirte deprimida o cambios de humor.
Se te puede caer el cabello.
Tu piel puede lucir reseca y sin vida.
Sufres de irregularidades hormonales.
Fuiste diagnosticada como infértil o has sufrido abortos.
Puedes ver un bocio en tu cuello o experimentar inflamación del mismo.
Te sientes mal, como si no fueras tú mismo.
Tienes un ritmo cardiaco lento.
Tienes colesterol alto.
Toma el control de tu salud. Cuando no te sientes bien, algo no está bien y tienes derecho a encontrar la razón con la certeza de que no es algo que está en tu mente y que te imaginas porque la vida es muy estresante. La tiroides tiene mucho que decirnos, por lo que en los próximos números seguiremos platicando al respecto.